NO ES UN SIMULACRO.  .  .  .

Durante el transcurso de la vida nos mantenemos en un continuo proceso de formación, día tras día preparándonos, alistándonos, capacitándonos todo en torno al constante aprendizaje de caminar, leer, escribir, actuar; alertas a poder resolver de la mejor manera cualquier situación difícil o amenaza que ponga en riesgo nuestra subsistencia, en parte por nuestro desarrollado instinto de conservación.

En los últimos años con el crecimiento demográfico de las pequeñas ciudades y la concentración de un gran número de habitantes en las urbes más importantes, los organismos de emergencias han desarrollado planes y simulacros en caso de ocurrir eventos potencialmente catastróficos como avalanchas o terremotos, mientras que los medios de comunicación nos han transmitido muy detalladamente las dimensiones de sus tragedias, pero curiosamente los desastres nos han tomado por sorpresa, no por que hayan surgido de una forma impredecible, sino porque tal vez, como la muerte, están junto a nosotros y nos olvidamos de su existencia.

Desde antiguas épocas las civilizaciones griegas, romanas y babilónicas buscaban proteger los intereses personales como los de la comunidad, y a través de la unión hacer frente a las adversidades para mitigar de esta forma los infortunios que se llegaran a presentar, creando colaboraciones solidarias, fondos comunitarios o asociaciones artesanales que resarcían las pérdidas de sus osadas aventuras guerreras o comerciales, surgen así los primeros indicios de los seguros y hoy, transcurridos miles de años la silenciosa catástrofe que va ocasionando la pandemia que vivimos nos vuelve a mostrar la importancia de los seguros en nuestra sociedad.

Tener un seguro de Salud, de Vida, de nuestros bienes, hogar, automóviles, empresas, o cualquier otro es un gran alivio, representa tranquilidad, estabilidad, respaldo, la posibilidad de continuar o la facilidad de volver a empezar.

Este año hemos sido sorprendidos por una situación que desbordo las expectativas de la prevención, supero los posibles cálculos de afectación social y económica y como en toda crisis nos sumergió en la incertidumbre y el desconcierto, NO ES UN SIMULACRO es el momento de la sensatez, el compromiso, la responsabilidad, la conciencia. Hoy es el momento de actuar, hoy es el momento de mostrar la fortaleza y la inteligencia humana que nos puso por encima de todas las especies, hoy y cada día en adelante estará en nuestras manos contribuir para ganar esta difícil batalla contra el virus que transformo el mundo, solo siguiendo unas sencillas instrucciones: FRECUENTE LAVADO DE MANOS, USO OBLIGATORIO DE TAPABOCAS,  DISTANCIAMIENTO SOCIAL. NO ES UN SIMULACRO, ES UNA SITUACIÓN DE AMENAZA REAL, ES UNA SITUACIÓN DE RIESGO REAL.

Damos gracias a tantas valiosas y valerosas personas que mientras nos protegíamos en nuestros hogares durante estos meses de encierro  trabajaron asumiendo el riesgo por el bienestar de todos, los empleados de las empresas de recolección de basuras, los de las compañías de vigilancia, al personal médico y asistencial de los hospitales y clínicas, los funcionarios públicos a quienes correspondió tomar las difíciles decisiones para el manejo de la pandemia y a tantas otras personas que en el desarrollo de su actividad lograron apaciguar las enormes dificultades que vivimos. También GRACIAS a los que desde sus casas trabajaron evitando el caos de que el mundo dejara de girar.

                               CUÍDATE, TU TE PROTEGES, TU FAMILIA, TU COMUNIDAD, TU CIUDAD, TU PAÍS.

NO ES UN SIMULACRO, ES TU MOMENTO DE ACTUAR.